Una brisa suave en la cara fue lo que me despertó. O tu
recuerdo. No abrí los ojos al principio. Hundí los dedos en el frescor de la
arena de la playa y dejé que el ruido de las olas me mojase los oídos. Luego me
incorporé.
La luna estaba partida por la mitad, en cuarto menguante. A
contraluz, recortaba la silueta de una brecha entre las rocas por la que podía
verla. Apenas levantaba dos dedos sobre el mar, en el que se reflejaba grande y
anaranjada.
Caminé hasta ese lugar de la orilla donde se mueren las olas
mojándote los pies. No sé cuánto tiempo pasé ahí. Quizás aún sigo. Quizás fue
un sueño. Quizás nunca estuve en esa playa. Quizás me lo imaginé. Quizás
confundo los sueños con los recuerdos.
Muchas gracias
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