Salgo a
informar a la familia del paciente al que acabo de operar de una hernia. Es un hombre
al que va a hacer un año que operé de un cáncer de colon. De eso está bien. Se
ve que tiene confianza en mí y me ha pedido que sea yo quien le opere ahora de una
hernia inguinal que le ha aparecido hace unos meses.
La sala
de espera es como un bar cuando no hay partido. A la hora del vermú. Abarrotada
de gente que habla en voz muy alta. Ruido. La sala de espera tiene mucho ruido.
Debe de ser que los españoles ahuyentamos el miedo haciendo ruido. Has de
repetir los nombres de los pacientes varias veces por la megafonía y pedir
silencio. A lo mejor, deberíamos poner fútbol, igual que a los niños se les
ponen los dibujos en la tele para que se queden quietos callados. Si eso no
funciona, servir vermú.
Esta
vez no me ha hecho falta gritar. Está su mujer. Me reconoce en cuanto asomo la
cabeza por la puerta. La invito a pasar al cuarto en el que informamos a las
familias. En otros países del norte de Europa no se informa a las familias. No
es costumbre y probablemente no sea legal. El paciente y sus problemas son
suyos, no de terceros. Será él quien informe a quien le dé la gana y de lo que
le parezca. Al fin y al cabo, es su salud y es su vida. En España, no. Somos
una sociedad hiperprotectora –me dice el
corrector del Word que esta palabra no existe, pero vaya que sí–.
"Viva Rusia" es el "grito de guerra"
de David de Jorge, un tipo muy divertido, que hace un simpático programa
de cocina en televisión que se llama "Robinfood". Cuando yo era
bastante pequeño, teníamos una "cancioncilla de guerra", más que un grito, que rezaba "Viva viva Buda; churrimini westinghouse". Pero Buda es más de la India, y eso queda un poco lejos de Rusia. Aunque no tanto...
La página
del blog tiene unas ventanas en las que te informan de las “estadísticas”. Allí
puedes ver cuántas veces lo han abierto, qué publicaciones y dónde. Hay algo de
magia en esto del Internet. En un apartado, sale un mapamundi en el que se
colorean de verde los lugares en los que te leen. Cuanto más lecturas, más
intenso es el tono del color. Me hace gracia ver que tengo lectores en países
lejanos. Eso lo da la globalización. Algunos, deduzco que son amistades del Facebook o
familiares y amigos que residen por allí. Otros ¡vaya usted a saber!
Esta
mañana me he metido en ese apartado después del café y –¡oh sorpresa!–, en el último
mes me ha leído tanta gente en Rusia como en España. ¡Cincuenta y seis entradas
desde Rusia! ¿Pero quién coño me leerá a mí en Rusia? Pues nada, que voy a
hacer como en la radio: “aprovecho para saludar desde aquí a mis lectores rusos”.
Y, de paso, a todos los demás. Y daros las gracias. Supongo que si me leéis es
porque os gusta. Yo no me gano la vida con esto. Es un entretenimiento (a
veces, una necesidad). Pero me alegro de que haya gente a la que le guste lo
que escribo.
Volvamos
a la sala de espera del quirófano.
Pasa la
mujer, cierro la puerta y se abre el silencio. Le cuento. Todo ha ido bien. Le
explico las recomendaciones. Hay calma en su rostro. Es algo rutinario esta vez,
nada grave.
Cuando
la acompaño de nuevo hacia el ruido, se gira hacia mí para despedirme y,
esbozando una media sonrisa, termina su adiós con –“y siga escribiendo, doctor…”
Se ve que también me leen más cerca.
Pues la
he obedecido.
Sí, esto de poder ver las estadísticas del blog es intrigante. Yo también me pregunto quiénes serán los que, en Estados Unidos, por ejemplo, me han añadido en su espacio y cada vez que dejo un muñequito, un dibujo, le llega inmediatamente a su correo avisando de que hay una nueva entrada. Alguien que lee en español, eso seguro. Hay mucho hispanohablante por el mundo, afortunadamente. Por eso no me extraña en absoluto que le lean en Rusia, en Australia o en África del Sur, no sólo porque haya gente que hable o entienda español por aquellos lares, sino porque sus relatos son cercanos, muy humanos, estimulantes y muy interesantes. De ahí el que deba seguir escribiendo, doctor, cuando le quede un poquito de tiempo, de cuando en cuando, porque puede que no siempre le dejen comentarios, pero lo que es seguro es que le leemos.
ResponderEliminarMuchas gracias, doctor Huerga. Siempre. Por su magnífico hacer. Por todo.
Buena semana :) Saludos.
Gracias por sus amables palabras, Mari Carmen, y por comentar siempre.
EliminarYa ha visto que le he hecho caso... ¿Y sabe que es lo más divertido? Que no me he dado cuenta hasta ahora. :-)
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