El primer día que pasé visita había dos chicos que estaban
tumbados en los camastros a consecuencia de un accidente de moto. África se
mueve en moto. En moto he visto transportar hasta una cabra, atada sobre el
depósito. Los habían traído dos noches antes. Uno de los chicos tenía la cara
muy hinchada. El edema no le permitía abrir los ojos, y temían que tuviese una
fractura de mandíbula. A mí no me parecía que estuviese muy grave, ni que la
cara estuviese demasiado deformada, aunque un poco, sí. Le hice una exploración
neurológica rápida, que fue normal. Le hicieron una radiografía de cráneo y
cara. Para ello, había que desplazarle a otro hospital, porque en el nuestro no
hay rayos X. En la radiografía no se veía nada. Cuando digo nada, es que era de
tan mala calidad, que no se distinguían unas estructuras óseas de otras. Podría
haber tenido rotos en cachitos todos los huesos de la cara, que habría visto lo
mismo: nada. Le puse un corticoide para bajar la inflamación. Dos días más
tarde, la inflamación de la cara había bajado mucho y se podían ver dos ojos
negros asustados tras unos párpados aún congestivos. Le di de alta.
El otro chico tenía el fémur izquierdo fracturado y los
enfermeros se lo habían inmovilizado con una férula. También había que hacerle
una radiografía. Era muy poco probable que, a pesar de la inmovilización, el
hueso estuviese alineado. En ese caso, habría que ponerle una tracción externa
(colgar un peso a través de una polea, que traccione de la rodilla, para
mantener el hueso alineado mientras se consolida el cayo de la fractura). Pero
no era la fractura lo que me preocupaba del chico. Era su nivel de conciencia.
Estaba claramente alterado. Y lo que es peor, el día anterior estaba bien.
Tenía también un traumatismo craneal. La pupila izquierda reaccionaba bien. La
derecha, no lo sé, porque el edema del párpado me impedía poderle ver el ojo.
Le prescribí el único frasco de manitol que me dijeron que quedaba. El manitol
es un medicamento que se emplea para disminuir el edema cerebral. Los
diagnósticos son de presunción. Una alteración del nivel de conciencia pasados
un par de días del traumatismo puede ser una contusión cerebral, pero es más
probable que sea un hematoma subdural y eso se trata haciendo un trépano en el
cráneo. Antes que agujerearle la cabeza “a ciegas”, sin un TC que me confirmara
o descartara el diagnóstico, me pareció más prudente ponerle “a ciegas” el manitol y esperar resultados. En este estado se lo llevaron a hacerse la
radiografía con su compañero de moto. Cuando me lo trajeron, unas horas más
tarde, su nivel de conciencia había mejorado –el manitol debió de hacer algo,
al final¬– y en la placa se veían claramente los dos fragmentos del fémur
acabalgados. Había que colocarle la tracción esa. Lo programamos para la mañana
siguiente y pedimos ayuda a Madrid por guasap. La tecnología ayuda, aunque
estemos un poco limitados de conexión.
–Daniel, la monja tiene una Black Decker en su despacho y
las brocas están estériles. El sistema de poleas lo dejé montado. Raimond te
puede ayudar.
El que me hablaba a través de un mensaje de voz era Alfonso,
el “padre de la criatura” de este proyecto (EnganCHADos) que me ha traído hasta
el corazón de África. Raimond es el enfermero que nos ayuda a operar en
quirófano. Las brocas son para hacer un taladro en la parte distal del fémur,
donde la rodilla, de lado a lado, para pasar un alambre grueso al que atar un
peso que mantenga el fémur traccionado y alineado.
Al día siguiente, estábamos listos para hacer de
carpinteros.
–Raimond ¿nos pasas al paciente al quirófano?
–No está –me responde. –Le explicamos lo que íbamos a hacer y ha dicho que
prefiere la medicina natural y se ha ido a buscar a un curandero. Se ha ido.
No sé lo que le hará el curandero, ni si sonará igual de feo
que taladrarle un hueso para pasar un alambre del que colgar un peso usando una
polea. Sea lo que sea que le haga, la fractura, seguramente, soldará. Pero si
no se la reduce adecuadamente, deshaciendo el acabalgamiento de los dos trozos
de fémur, esa pierna le quedará un palmo más corta que la otra, y es una
lástima.
Me encogí de hombros sin decir nada. Me he dado cuenta de que ese es el gesto espontáneo que más hago desde hace una semana.
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